Asesinato del senador Miguel Uribe Turbay en Bogotá: seis detenidos
La madrugada de este lunes, Colombia amaneció de luto. En un hospital de Bogotá, donde durante semanas se respiró tensión y esperanza, los médicos confirmaron lo que muchos temían: Miguel Uribe Turbay, senador y precandidato presidencial, no resistió más; tenía 39 años
Un silencio sepulcral cayó sobre el Capitolio a las 1:56 a.m. La bandera colombiana, que cubría la curul vacía, parecía ondear con el peso de una nación en luto. El político, figura emergente del Centro Democrático, había perdido su batalla contra la muerte, dos meses después de recibir un disparo en la cabeza durante un mitin. La Fundación Santa Fe confirmó la triste noticia en un escueto comunicado: "El sangrado en su sistema nervioso central empeoró su pronóstico". Las redes sociales se inundaron con el desgarrador mensaje de su esposa, María Claudia Tarazona: "Dios me enseñará a vivir sin ti".
El eco de un pasado oscuro resuena en la investigación del crimen. Las pistas conducen a una compleja trama:
- Seis detenidos, incluyendo un menor de 15 años que confesó haber sido contratado para el asesinato.
- Una jugosa recompensa de 3 mil millones de pesos ofrecida por información sobre los autores intelectuales.
- Una colaboración internacional con EE.UU., Reino Unido y Emiratos Árabes Unidos en la búsqueda de justicia.
La violencia que truncó la vida del joven político evoca los fantasmas de los años 90, cuando el narcotráfico sembraba el terror y eliminaba candidatos sin contemplaciones. Una trágica ironía: la muerte del político recuerda la del familiar, Diana Turbay, madre del expresidente Álvaro Uribe, asesinada en 1991 durante un fallido rescate ordenado por Pablo Escobar. La historia se repite, con una familia marcada por la violencia colombiana.
En el Capitolio, el vacío dejado por el político es palpable. Allí, se había destacado como un crítico acérrimo del gobierno de Gustavo Petro, oponiéndose firmemente a la reforma laboral y a las restricciones a la industria petrolera. "Defendió la división de poderes hasta el último suspiro", comentó un colega del partido.
Mientras el ministro de Defensa promete "cazar a los culpables", las calles de Bogotá se inundan de velas y de un profundo pesar. No se trata solo de la pérdida de un político; es el símbolo de una generación que soñaba con un cambio, un cambio truncado por la violencia. Su abuelo fue presidente, su padrino político está bajo arresto domiciliario, y ahora, su nombre se une a la lista negra de víctimas en Colombia.
Las preguntas siguen sin respuesta. ¿Quién ordenó el crimen? ¿Cuáles fueron los móviles? La investigación continúa, pero Colombia ya contabiliza una pérdida irreparable en su panorama político. El tiempo corre, la justicia clama, y el futuro del país parece más incierto que nunca.