11 años de amor: Sebastián Rulli y Angelique Boyer celebran aniversario
En el mundo del espectáculo, pocas historias de amor han logrado cautivar al público como la de Sebastián Rulli y Angelique Boyer. Lo que comenzó como una química en pantalla durante la telenovela "Teresa" en 2010, terminó convirtiéndose en una relación real que hoy cumple 11 años, consolidándose como una de las parejas más sólidas de la farándula mexicana
Una historia de amor que comenzó entre cámaras y terminó consolidándose fuera de ellas, lejos de los focos y las expectativas. Sebastián Rulli y Angelique Boyer, dos figuras estelares de las telenovelas mexicanas, han demostrado que la pasión puede florecer incluso en medio de complejas circunstancias personales.
Inicialmente, sus caminos se cruzaron en medio de otras relaciones. Boyer estaba involucrada sentimentalmente con el productor José Alberto Castro, mientras que Rulli estaba casado con Cecilia Galliano, madre de su hijo Santiago. Pero el destino, o quizás el guion de la vida, los reunió en el set de "Lo que la vida me robó" en 2013, donde la química entre ellos fue innegable, desatando una serie de rumores que confirmaron su relación para 2014.
Desde entonces, su romance ha trascendido la pantalla chica, convirtiéndose en una de las relaciones más sólidas y duraderas del mundo del espectáculo. Juntos, han protagonizado exitosas telenovelas como:
- "Tres veces Ana"
- "Vencer el pasado"
Su decisión de no casarse ni tener hijos, a contracorriente de las convenciones sociales y las expectativas del mundo del espectáculo, ha sido una constante en su relación. Esta postura, lejos de ser un obstáculo, se ha convertido en un pilar de su estabilidad y comprensión mutua. Una relación basada en la libertad y el respeto, que ha desafiado las normas preestablecidas del amor.
La vida familiar de Rulli se completa con su rol de padre, un compromiso que ha mantenido con entrega y cariño. Recientemente, celebró el XV aniversario de su hijo Santiago, un joven que ha demostrado una gran promesa en el baloncesto, siguiendo así, una tradición atlética familiar. Una historia que, lejos de ajustarse a un molde convencional, demuestra que el amor se manifiesta de infinitas maneras.
