Banco de Alimentos de Nogales: Un acto de solidaridad que alimenta esperanza y dignidad
El Banco de Alimentos de Nogales es mucho más que un lugar donde se distribuye comida: es un símbolo de resistencia y solidaridad en una comunidad donde las dificultades económicas se sienten en cada rincón.
El Banco de Alimentos no solo reparte comida: cada paquete que entrega es un acto de resistencia. En Nogales, donde las necesidades crecen junto con el calor del verano y las dificultades económicas se sienten en cada esquina, más de mil 300 familias confían en esta red de solidaridad que nunca duerme. Y con el Día Mundial de la Alimentación como recordatorio, la campaña Alimenta vuelve a abrir sus puertas —y sus cajas— para que la comunidad se convierta en parte de la solución.
No es solo dar arroz o frijol. Es dar dignidad. Cada lata, cada paquete de pasta, cada botella de aceite que alguien entrega, es una promesa cumplida: no te vamos a dejar solo.
Así lo explica Yomara Jacquez Pérez, directora del banco, mientras revisa los inventarios en la sede de la Prolongación Avenida Álvaro Obregón 4271. Este año, la colecta se extiende hasta el 5 de diciembre, un periodo crucial para llenar despensas antes de las fiestas, cuando los gastos se multiplican y los ingresos se adelgazan. “Noviembre y diciembre son los meses más duros. Las familias tienen que pagar luz, agua, medicinas… y luego, ¿qué les queda para comer?”, pregunta con la voz serena, pero firme.
La campaña no se queda en la donación tradicional. Ya hubo una carrera de colores con estudiantes de una universidad local, donde cada participante entregó un kilo de alimento como inscripción. Hubo escuelas que organizaron “días del paquete”, donde los niños llevaron alimentos no perecederos en lugar de útiles. “La generosidad no tiene edad”, dice Jacquez Pérez. “Ni siquiera tiene que ser mucho. A veces, una lata de sopa que alguien no usó, y que se da con la mano temblorosa, es lo que salva un almuerzo entero.”
En esta frontera, la comunidad no espera a que llegue el gobierno. Ella misma se levanta, se organiza, se hace cargo. Eso es lo que nos mantiene vivos.
Quienes quieran colaborar pueden llamar al 631-319-1889, de lunes a viernes, de 8 de la mañana a 3:30 de la tarde. También pueden acercarse directamente a la sede, donde personal voluntario recibe donativos en especie todos los días. No se pide dinero: se pide compromiso. Arroz, frijol, aceite, atún, leche en polvo, cereales, pasta, sopa instantánea. Todo lo que se pueda guardar, se necesita.
Las cifras son contundentes: más de 7 mil 500 personas —niños, adultos mayores, madres solteras, trabajadores informales— dependen de estas despensas mensuales. Muchas de ellas viven en colonias donde el supermercado está a kilómetros, y el transporte, a un costo que no pueden asumir. “Aquí no se trata de caridad. Se trata de justicia”, recalca Jacquez Pérez. “Nadie nace con hambre. La hambre se construye con olvido.”
Si cada persona que pasa por aquí, cada vecino, cada empleado, cada estudiante, dejara una lata en la caja del banco… en dos semanas tendríamos suficiente para alimentar a todos durante un mes. No es magia. Es decisión.
La campaña no termina el 5 de diciembre. Lo que termina es el plazo para donar. Pero la red de apoyo, la que se teje entre vecinos, maestros, comerciantes y jóvenes que deciden actuar, esa sí continúa. Porque en Nogales, la comida no es un lujo. Es el primer paso para creer que mañana puede ser mejor.