México establece precios mínimos al tomate para contrarrestar aranceles de EU
El campo mexicano enfrenta un nuevo frente de batalla comercial que podría redefinir el futuro de una de sus industrias más emblemáticas. Mientras los primeros efectos del arancel del 17% impuesto por Estados Unidos comienzan a filtrarse en las cadenas de suministro, el gobierno de Claudia Sheinbaum respondió con una jugada inédita: precios mínimos obligatorios para las exportaciones de tomate fresco; la medida, publicada en el Diario Oficial a principios de agosto, busca blindar a los productores locales, pero ha encendido un debate sobre sus posibles consecuencias
La incertidumbre se cierne sobre los campos de Zacatecas y Sinaloa. Enrique Riveros, agricultor con décadas de experiencia, mira con preocupación las primeras liquidaciones bajo el nuevo esquema de precios para el tomate mexicano. "El consumidor final no está dispuesto a pagar casi un 20% más por sus salsas o ensaladas", afirma, reflejando el temor generalizado entre los productores ante las nuevas regulaciones.
Según documentos oficiales, las nuevas regulaciones establecen cotizaciones base que oscilan entre 0.88 y 1.7 dólares por kilo, dependiendo de la variedad. Este movimiento, justificado por las secretarías de Economía y Agricultura como una medida para "preservar las condiciones de competencia leal", llega tras la reactivación en julio de una queja de Florida por prácticas desleales, alegando precios artificialmente bajos del tomate mexicano.
Los números pintan un panorama complejo:
- Más del 90% de las exportaciones mexicanas de tomate tienen como destino EE.UU.
- El valor anual supera los 2,800 millones de dólares.
- Se estiman 400,000 empleos directos en riesgo.
El Consejo Nacional Agropecuario defiende la medida como un "mecanismo de defensa necesario". Sin embargo, Juan Carlos Anaya, del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas, advierte sobre un posible efecto dominó: "Al aceptar precios mínimos, implícitamente validamos la acusación de dumping. Esto podría encarecer el producto para el consumidor estadounidense y saturar el mercado interno".
La presión recae ahora sobre los distribuidores norteamericanos. La esperanza de muchos productores, como Riveros, reside en una renegociación del arancel que evite un golpe devastador a un cultivo que durante años ha sido bandera del agro mexicano. Mientras tanto, las dudas sobre el futuro de la industria tomatera se acrecientan con cada día que pasa.