La caída en la tasa de fertilidad en EE.UU. pone en riesgo el futuro demográfico del país
Las alarmas están encendidas. Mientras las discusiones sobre política económica y reformas sociales dominan el escenario público en Estados Unidos, un fenómeno demográfico silencioso podría reconfigurar el futuro del país; no se trata de una crisis inmediata, pero sus efectos, lentos y profundos, ya tienen a más de la mitad de los estadounidenses mirando con preocupación hacia adelante
La tasa de fertilidad en Estados Unidos sigue en caída libre, y las proyecciones no son optimistas. Según la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), el promedio de hijos por mujer podría desplomarse a 1.6 en los próximos 30 años, un nivel muy por debajo de la tasa de reemplazo de 2.1 necesaria para mantener la estabilidad poblacional sin depender de la inmigración.
Este descenso no solo refleja un cambio demográfico, sino también una amenaza para el equilibrio social y económico del país. "No es solo un número, es una bomba de tiempo social", advirtió William Frey, investigador del Brookings Institution. Con menos nacimientos, se prevé una reducción de la fuerza laboral activa y un aumento de la población envejecida, lo que pondría presión sobre los programas sociales. Según una encuesta del Pew Research Center, el 53% de los estadounidenses ve este declive como una amenaza, pero las opiniones están divididas: mientras el 63% de los republicanos lo considera un problema urgente, solo el 44% de los demócratas comparte esta preocupación.
La brecha de género también es notable, con un 59% de los hombres preocupados por la baja natalidad frente al 48% de las mujeres. Además, aunque el 56% de los ciudadanos se opone a que el gobierno incentive la natalidad, entre los que apoyan alguna intervención, el 82% prefiere créditos fiscales en lugar de bonos directos.
El contexto económico juega un papel crucial. La recesión de 2008 dejó secuelas profundas, especialmente entre los millennials, que hoy priorizan la estabilidad financiera sobre la maternidad, enfrentando altos costos de vivienda y carreras que se oponen a los relojes biológicos. "No es que no queramos hijos, es que no podemos permitírnoslos", es una frase común en los foros sociales.
Algunos expertos, como la economista Margaret Anne McConnell, ven un aspecto positivo en esta tendencia, al considerar que "decidir cuándo y cuántos hijos tener según tus posibilidades es un logro social". Sin embargo, otros, como Beth Jarosz de la Population Reference Bureau, advierten que, si no se invierte en la educación y salud de los niños ahora, la sociedad enfrentará serios problemas en el futuro.
El Congreso está debatiendo posibles soluciones, desde licencias parentales hasta apoyo a la fertilidad, pero la pregunta sigue siendo si estas medidas pueden revertir la tendencia. Los antecedentes internacionales, como los casos de Alemania o Singapur, no son alentadores, ya que incluso con políticas familiares robustas, estos países no han logrado revertir la caída de la natalidad. La inmigración sigue siendo una pieza clave en la ecuación, pero en un país donde el tema es altamente divisivo, encontrar consenso sobre cómo abordarlo parece cada vez más complicado.