Trump sugiere cambiar el nombre del Pentágono a "Departamento de Guerra"
En medio de una reunión con el presidente surcoreano Yoon Suk-yeol, Donald Trump dejó caer una bomba retórica que hizo eco en los pasillos del Pentágono. "Entre nosotros, creo que vamos a cambiar el nombre", soltó el mandatario estadounidense con esa mezcla de provocación y nostalgia que lo caracteriza
Un cambio de nombre, una declaración de intenciones. Así resume la prensa internacional la propuesta del líder republicano de renombrar al Pentágono como "Departamento de Guerra". Una movida que, lejos de ser un simple ajuste burocrático, ha reavivado un debate sobre la postura militar de Estados Unidos en el escenario global.
Los datos duros:
- El colosal presupuesto del Departamento de Defensa asciende a más de 841 mil millones de dólares, una cifra que genera controversia año tras año.
- Este gasto representa un 11% del presupuesto federal total, alimentando el debate sobre las prioridades de gasto público en el país.
- El cambio propuesto implica un regreso a la denominación "Departamento de Guerra", utilizada por última vez en 1947, marcando un hito histórico en la política estadounidense.
La iniciativa, que ha generado un intenso debate en el Congreso, no es nueva. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ya había expresado su interés en marzo. Sin embargo, la confirmación por parte del líder republicano le da un peso político considerable, reforzando la percepción de un giro hacia una política exterior más agresiva. Se trata, para muchos analistas, de una estrategia que busca conectar con un electorado nostálgico de una época pasada de dominio militar estadounidense.
La reacción internacional ha sido variada. Mientras algunos gobiernos aliados ven la medida como una simple cuestión semántica, otros, sobre todo en regiones con tensión geopolítica, interpretan este cambio como una señal preocupante, un indicio de una mayor militarización de la política exterior estadounidense. La ambigüedad inherente a la propuesta ha generado incertidumbre y especulación en los mercados internacionales.
El Pentágono, un gigante de hormigón y acero, continúa con sus operaciones cotidianas. Pero la simple mención de un cambio de nombre ha provocado ondas expansivas en la política global. El futuro de esta iniciativa es incierto; podría desvanecerse en la arena política o convertirse en una realidad tangible que redefina la imagen y el papel de la potencia militar más poderosa del mundo. El tiempo, y la impredecible agenda del líder republicano, dictará el desenlace.