Florida expande agresivamente su sistema de detención de inmigrantes
Mientras el debate migratorio sigue polarizando a Estados Unidos, Florida avanza con una estrategia que promete ampliar su capacidad para alojar a detenidos bajo custodia federal; el gobierno de Ron DeSantis no solo mantiene operativo su polémico centro en los Everglades—apodado por críticos como "Alligator Alcatraz"—sino que ahora duplica la apuesta
Camiones cargados de materiales de construcción rugen por la carretera 121, rumbo a Baker, Florida, preludio de una transformación que genera controversia: la reconversión de la Institución Correccional de Baker en un centro de detención migratoria con capacidad para 1,300 personas, ampliable a 2,000. Esta decisión, anunciada en medio de un pulso legal sobre las condiciones del primer centro de detención, ha desatado una ola de protestas.
La polémica iniciativa, defendida por el gobernador DeSantis como una respuesta a la "creciente demanda" y a la colaboración con la administración Trump para "acelerar deportaciones", ha sido recibida con el calificativo de "Depósito de Deportación" por parte de activistas. DeSantis, en un discurso en Tallahassee, se mostró confiado en que la instalación se llenará rápidamente.
Detalles clave que revelan la naturaleza controvertida del proyecto:
- Ubicación estratégica: Su proximidad a las bases logísticas de ICE, lejos de áreas urbanas, alimenta las preocupaciones sobre la opacidad del proceso.
- Modelo híbrido: La supervisión estatal de la seguridad, combinada con la gestión federal de los procesos migratorios, plantea interrogantes sobre la rendición de cuentas.
- Lluvia de demandas: La ACLU y otras organizaciones defensoras de los derechos humanos anticipan una batalla legal, argumentando condiciones "inhumanas" en futuras instalaciones.
El aumento del 40% en las detenciones en la frontera suroeste durante el último trimestre, según reportes no confirmados oficialmente por Washington, parece ser el catalizador de esta decisión. Fuentes del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) admiten "necesidad de espacios adicionales", mientras las obras en Baker avanzan a paso firme. El futuro de esta prisión reconvertida, y el de los migrantes que podrían albergar, se presenta incierto e inevitablemente marcado por la tensión.