Familia huye a México para evitar deportación

Las decisiones que alteran el curso de una vida a veces se gestan en la quietud del hogar, entre las paredes que guardan los secretos de una familia; la cotidianidad, con sus rutinas y sus pequeños dramas, puede ser interrumpida por un cambio radical, una decisión que reconfigura por completo el futuro

Familia huye a México para evitar deportación

La decisión fue devastadora, una grieta que abrió un abismo en la vida de Ashlee y sus cuatro hijos. Cenobio, su esposo, un hombre que llegó a Estados Unidos hace casi dos décadas buscando una vida mejor, se enfrentaba a la deportación. La creciente ola de deportaciones, la incertidumbre y el temor a una separación familiar, los llevó a tomar una decisión extrema: Cenobio se autodeportará a México, llevando consigo a toda su familia.

"Nunca imaginé que esto sería nuestra realidad", confiesa Ashlee, con la voz entrecortada por el dolor. A lo largo de los años, la familia luchó incansablemente para regularizar la situación de Cenobio. El proceso fue un laberinto de abogados, gastos exorbitantes y promesas rotas. La llegada de la administración Trump selló su destino: la posibilidad de regularizar su estatus se desvaneció. "Nos encontramos en una encrucijada imposible: la deportación o la autodeportación. Elegimos lo que creíamos menos doloroso, aunque doloroso sea".

La imagen de agentes migratorios irrumpiendo en su hogar para llevarse a Cenobio, ante la mirada de sus hijos, era insoportable. "No podía permitir que mis hijos vivieran con ese miedo. La idea de la separación nos destrozaba", explica Ashlee, sus ojos llenos de lágrimas. La decisión de autodeportarse fue difícil, pero la alternativa era peor. Diez años separados, una eternidad para una familia unida.

Ashlee reconoce que la entrada de Cenobio a Estados Unidos fue irregular, pero su historia trasciende la legalidad. "Él vino huyendo del hambre, buscando un futuro digno. ¿Qué haría cualquiera en su situación?", pregunta, con la esperanza de que la gente entienda su lucha. No se arrepiente de su decisión, aún sabiendo que se enfrenta a lo desconocido en México, un país que desconoce.

La ayuda para la autodeportación, propuesta por la administración Trump, fue una luz en la oscuridad, pero la incertidumbre persiste. ¿Podrán regresar algún día como familia completa? La respuesta, hoy por hoy, es un misterio. Su historia, llena de sacrificios y esperanza, es un crudo reflejo de las fallas del sistema migratorio y la necesidad urgente de una reforma más humana y justa.

Ahora, Ashlee y sus hijos emprenden un viaje de regreso a México, cargados de la incertidumbre de un futuro incierto. Su historia, un testimonio silencioso del sufrimiento y la resiliencia humana, resuena como un llamado a la reflexión sobre las políticas migratorias actuales. El programa de asistencia para la autodeportación, con sus incentivos y riesgos, deja un sabor amargo; un parche a un problema que requiere una solución integral y con perspectiva humana.