Mando Único Policial se mantiene en SLRC

Aún sin una fecha concreta para su conclusión, la estrategia de seguridad del Mando Único Policial en San Luis Río Colorado, Sonora, sigue siendo el eje central de la protección ciudadana, aseguró el alcalde César Iván Sandoval Gámez en una entrevista exclusiva.

Mando Único Policial se mantiene en SLRC

Desde su implementación hace un año, los índices de delitos de alto impacto han caído más del 80 por ciento, según cifras oficiales. No se trata de un milagro, dice el edil, sino de horas de trabajo en silencio: patrullajes coordinados, inteligencia compartida y una confianza que se construyó entre policías municipales, estatales y federales.

La alianza no se detiene en los límites del municipio. Con Mexicali, a solo 40 kilómetros de distancia, se ha tejido una red de cooperación tan fluida que ya no se habla de jurisdicciones, sino de un frente común contra los grupos del crimen organizado que cruzan y recorren esta franja fronteriza como si fuera un pasillo.

Con la presidenta Norma Bustamante no solo hablamos de operativos, hablamos de vida. Nos entendemos sin necesidad de palabras. Estamos en un punto donde un puente lo divide todo, pero también lo une. Aquí no se trata de quién manda, sino de quién protege. Y eso, lo hacemos juntos.

En los últimos meses, han surgido voces que sugieren que San Luis Río Colorado podría asumir nuevamente el control total de su seguridad. Sandoval Gámez escucha, pero no se apresura. “No se trata de quién tiene el botón, sino de quién lo usa bien”, dice con la mirada fija en el horizonte, donde se pierde la carretera hacia Arizona.

Yo no duermo pensando en si regresamos o no. Si el Estado sigue dando resultados, ¿para qué cambiar algo que funciona? Si mañana nos dicen que podemos asumirlo, lo hacemos con los mismos valores, con los mismos hombres y mujeres que ya están en la calle. Pero no vamos a forzar nada. Aquí lo que importa es que la gente pueda caminar tranquila, sin mirar atrás.

En las calles del centro, los comerciantes ya no cierran sus tiendas al anochecer como antes. Los niños juegan en las plazas hasta tarde. Y en los puestos de control, los uniformes de distintas corporaciones ya no se miran como rivales, sino como hermanos de misión.