Sheinbaum vincula suministro de agua a EU con temas de tensión
Las negociaciones internacionales a menudo se desarrollan entre bambalinas, requiriendo semanas de intensas conversaciones y análisis técnicos antes de que los resultados lleguen a la luz pública; este proceso, lejos de ser sencillo, involucra la consideración de múltiples factores, requiriendo una cuidadosa evaluación de las implicaciones para todas las partes involucradas
Tras semanas de tensas negociaciones y con la amenaza de sanciones estadounidenses latente, México y Estados Unidos han llegado a un acuerdo sobre el Tratado de Aguas de 1944. La incertidumbre sobre la cantidad de agua que México entregaría a su vecino del norte ha quedado despejada, al menos temporalmente, con el anuncio de la presidenta Claudia Sheinbaum de que se cumplirá con la entrega “en la medida de lo posible”.
Este acuerdo, lejos de ser una simple concesión, representa el resultado de una compleja evaluación de la situación hidrológica en México. Sheinbaum enfatizó la importancia de priorizar el derecho humano al agua y la necesidad de asegurar el riego en las zonas agrícolas del país. Las recientes y significativas precipitaciones en Tamaulipas, según la mandataria, han sido un factor determinante para definir la cantidad de agua que puede ser liberada sin poner en riesgo la seguridad hídrica nacional.
El acuerdo alcanzado contempla:
- Una entrega de agua dentro de los límites considerados sostenibles por la administración mexicana.
- La implementación de mecanismos de monitoreo y revisión anual del cumplimiento del tratado.
El gobierno mexicano ha resaltado la inversión en infraestructura de riego eficiente en Chihuahua, Sonora y Coahuila, medidas que buscan optimizar el consumo de agua a largo plazo y facilitar el cumplimiento del tratado en el futuro. Estas estrategias, combinadas con las recientes lluvias, han permitido alcanzar un punto de acuerdo que, aunque no satisface completamente las demandas de Estados Unidos, evita una escalada en el conflicto.
Cabe recordar que el Tratado de 1944 estipula una entrega de aproximadamente 2,160 millones de metros cúbicos de agua por parte de México a Estados Unidos cada cinco años, mientras que México retiene 9,250 millones de metros cúbicos. La sequía prolongada en la región fronteriza había sido el argumento central de México para justificar una posible reducción en la entrega. Sin embargo, este acuerdo demuestra la voluntad de México de cumplir con sus obligaciones internacionales, siempre y cuando se protejan los intereses nacionales.
La administración mexicana ha reiterado su postura de que el tratado es mutuamente beneficioso y que una renegociación no es necesaria, al menos por el momento. El futuro del acuerdo dependerá, en gran medida, de la evolución de las condiciones climáticas y del éxito de las políticas de gestión del agua implementadas por México.