El miedo a ICE encierra a migrantes en Los Ángeles
Las calles de Los Ángeles lucen distintas estos días. Donde antes había bullicio en los mercados locales y trajín en las paradas de autobús, ahora hay silencio; una tensión palpable recorre los barrios latinos, mientras cientos de migrantes optan por no salir de sus hogares
El miedo se ha adueñado de las calles. Un silencio inusual envuelve a las comunidades latinas de Los Ángeles, un silencio cargado de angustia y temor. La sombra de las redadas masivas del ICE se cierne sobre cada esquina, cada cruce, cada hogar. "No salimos ni para comprar pan", susurra María, una madre de familia que vive con el corazón en la garganta, refugiada en el anonimato de su pequeño apartamento.
Las cifras oficiales del ICE hablan por sí solas, pintando un panorama desolador:
- Más de 2,200 arrestos en Los Ángeles, solo en las últimas semanas.
- Un alarmante 60% de los detenidos no tenían antecedentes penales.
- El transporte público registra una caída del 13.5% en su uso, un reflejo claro del terror que se vive en las calles.
Lo que comenzó como una operación dirigida a ciertos sectores, se ha transformado en una redada indiscriminada, una cacería de personas que buscan una vida mejor. Las imágenes de agentes encapuchados, esposas y familias destrozadas, se han viralizado, provocando indignación y protestas, pero también un silencioso éxodo hacia la clandestinidad.
Organizaciones como "Manos Amigas" luchan incansablemente. "Entregamos ayuda como si estuviéramos en una zona de guerra", relata Elena, una voluntaria que arriesga su seguridad para llevar alimentos y apoyo a quienes se encuentran en la más absoluta vulnerabilidad. Cada paquete de ayuda, cada acto de solidaridad, es una gota de esperanza en medio de la desesperación.
En una casa del este de Los Ángeles, Rosa y sus cinco hijos se esconden. Las ventanas permanecen cerradas, la radio apagada. El miedo los ha envuelto, paralizando sus vidas. "Mis hijos tienen pesadillas", confiesa Rosa, quien huyó de la violencia en su país natal para encontrar un nuevo infierno en Estados Unidos. La reciente inyección de 30,000 millones de dólares al ICE, que se traduce en 10,000 nuevos agentes, solo intensifica su terror.
La comunidad indocumentada está creando estrategias para sobrevivir. Se hablan de "manuales de supervivencia" que circulan en secreto, con rutas de escape, números de emergencia ocultos y códigos para comunicarse. Pero en las calles desiertas, el eco de las botas de los agentes del ICE es la única respuesta a la pregunta que todos se hacen: "¿Hasta cuándo durará esta pesadilla?". La incertidumbre es, sin duda, la mayor amenaza de todas.