Nuevo Papa Elegido
El Vaticano amaneció diferente. Una expectación palpable se respiraba en la Plaza de San Pedro, una mezcla de nerviosismo y fervor religioso que solo un evento de esta magnitud podía generar; miles de personas, con sus miradas fijas en la Capilla Sixtina, aguardaban un momento histórico para la Iglesia Católica
Un silencio expectante, roto solo por el susurro de plegarias y el crujir de las sillas, envolvía la Capilla Sixtina. Tras días de deliberaciones, el cónclave había llegado a su fin. El humo, finalmente, se elevaba, teñido de blanco, un anuncio que se propagó como la onda expansiva de una explosión de alegría y esperanza por todo el mundo.
A las 16:07 hora local del Vaticano (10:08 am, tiempo de la Ciudad de México), la esperada fumata blanca irrumpió desde la chimenea, anunciando al mundo la culminación del cónclave. Las campanas de la Basílica de San Pedro resonaron, un himno jubiloso que trascendió fronteras, llevando la noticia a los rincones más remotos del planeta.
El cardenal protodiácono, Dominique Mamberti, con voz firme y emocionada, pronunció las palabras que esperaban millones: “Habemus Papam!”. El balcón central de la Basílica se convirtió en un escenario de trascendencia universal, donde se presentaría al nuevo líder de la Iglesia Católica, un momento histórico que marcará el rumbo de la fe para las generaciones futuras.
Mientras el nuevo Papa se preparaba en la llamada “sala de las lágrimas”, donde se vestía con los hábitos papales, la expectación alcanzaba niveles insospechados. Antes del cónclave, nombres como Pietro Parolin, Matteo Zuppi, Pierbattista Pizzaballa, Luis Antonio Tagle y Robert Francis Prevost se mencionaban con insistencia, pero el misterio rodeaba la verdadera identidad del elegido hasta el momento del anuncio oficial.
La participación de los cardenales mexicanos Carlos Aguiar Retes y Francisco Robles Ortega en el cónclave generó una expectación particular entre los católicos mexicanos. Si bien la posibilidad de un Papa mexicano se mantuvo latente, el proceso de votación, con sus complejidades e imprevistos, finalmente decantó en otra dirección.
La larga lista de papas, que abarca 266 pontífices desde San Pedro, se enriquecerá con un nuevo nombre. Un nombre que se sumará a la historia de la Iglesia Católica, un nombre que, en los años venideros, guiará a la feligresía mundial.
El mundo, con la respiración contenida, esperaba. El nuevo Papa, el sucesor de Francisco, se disponía a aparecer, a dar la cara al mundo y comenzar su pontificado. Un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia se abría ante los ojos del mundo entero, cargado de esperanza y expectativas.