Bellakath se queda sin respuestas tras evento que falló en lo esencial

No subió al escenario. No gritó. No pidió perdón. Solo dijo la verdad: no canto en vacíos que no me pagan. Y ese silencio, más que un concierto, rompió el miedo de cientos.

Bellakath se queda sin respuestas tras evento que falló en lo esencial

El escenario estaba vacío, pero el silencio no era de paz: era de frustración contenida. Bellakath caminó entre los cables sin conectar y las cajas de equipo aún selladas, como quien recorre una casa que nunca fue suya. Sus músicos, con las mochilas aún en la espalda y los ojos cansados de tantas horas en carretera, no decían nada. Solo miraban. Ella sí habló. Con calma. Con claridad. Sin dramatismo, pero con una fuerza que no se puede fingir: “Vine a cantar. No a esperar que alguien más decida si merezco estar aquí”.

Lo que empezó como un concierto programado en una plaza del interior de Sonora terminó siendo un espejo de lo que muchos artistas viven cada semana: promesas hechas en mensajes de texto, pagos que se retrasan hasta que el sol se pone, y organizadores que desaparecen cuando el público empieza a preguntar. No hubo anuncio oficial. No hubo disculpa por WhatsApp. Solo un video, grabado con el celular de un asistente, que se extendió como fuego en seco.

Según el contrato —el mismo que se envió por correo y se guardó en un archivo llamado “evento final”—, los equipos de sonido debían estar listos seis horas antes. Los vestuarios, limpios y con agua. El anticipo, depositado. Nada de eso pasó. En cambio, sí hubo una mesa con botellas de agua sin tapa, un par de sillas rotas y un cartel colgado con la imagen de Bellakath… que nadie había pagado por imprimir.

En las redes, los fans no entendían. “¿Por qué no nos dijeron?”, escribían. “¿Y los boletos? ¿Dónde está mi dinero?”. Nadie respondía. Ni el organizador. Ni la empresa que alquiló el espacio. Ni siquiera el municipio, que había prometido apoyar el evento como parte de su programa cultural. El silencio era la única respuesta. Y en ese vacío, Bellakath eligió no actuar. No por capricho. Por dignidad.

No fue la primera vez que un artista se negó a subir a un escenario sin las condiciones mínimas. Pero sí fue una de las pocas en que lo hizo sin gritar, sin insultar, sin buscar viralidad. Solo con la verdad en la voz y el micrófono en la mano, como si fuera un arma de paz. Y eso, más que cualquier canción, fue lo que resonó.

Ahora, semanas después, otros artistas del norte empiezan a hablar. No para quejarse. Para recordar: no somos decorado. No somos el fondo de una foto. Somos quienes ponemos el alma en cada nota, y si no hay respeto, no hay show. Solo un vacío. Y ella, con su voz, decidió que ese vacío no llevaría su nombre.