Federica Quijano revela su bisexualidad y la lucha por la custodia de sus hijos adoptivos
En un episodio crudo y sincero de Pipiris Nights, el programa conducido por su hermano Héctor "Apio" Quijano, la cantante de Kabah decidió romper el silencio sobre temas que llevaban años pesando en su corazón. Federica Quijano, reconocida por éxitos como La calle de las sirenas, habló sin tapujos sobre su vida personal, revelaciones que dejaron al descubierto las sombras detrás de su sonrisa
La cantante Federica Quijano, de 54 años, hizo una declaración abierta al confesar su bisexualidad. Sin embargo, más allá de la revelación de su identidad, la artista compartió las profundas implicaciones que su orientación sexual tuvo en uno de los pilares de su vida: la maternidad. La intérprete admitió haber cargado durante años con el temor constante a que su bisexualidad se convirtiera en un obstáculo legal para conservar la custodia de sus hijos adoptivos.
Quijano describió el proceso de adopción en México como una experiencia que exige un modelo familiar rígido: "Esperan que seas la mamá perfecta para el niño perfecto, para hacer la familia". El miedo a perder a María y Sebastián, sus hijos, la persiguió incluso en trámites cotidianos, como la inscripción escolar, donde llegó a enfrentar la exigencia de un "papá a fuerza" para completar la documentación.
Su historia como madre adoptiva añade capas de complejidad, especialmente con Sebastián, quien fue diagnosticado a los 3 años con autismo, Trastorno por Déficit de Atención (TDA) y retraso mental. Esta situación la obligó a asumir una dedicación especial y a enfrentarse a un sistema educativo y social poco preparado para la diversidad familiar y funcional.
La cantante ha logrado transformar sus temores en una forma de activismo, aunque reconoce que el temor al juicio social nunca ha desaparecido completamente. Su testimonio, que comenzó como una charla personal, se ha convertido en una potente denuncia sobre los prejuicios que persisten en la sociedad mexicana hacia las familias que no encajan en el molde tradicional. Con sus hijos ya mayores de edad, Federica puede respirar con alivio, pero su experiencia deja en evidencia la vulnerabilidad que enfrentan muchas personas que viven el miedo a que su orientación sexual comprometa su derecho a formar una familia.