Pacquiao abre la puerta a una revancha con Mayweather mientras su hijo debutará en el boxeo

En la conferencia del miércoles, el excampeón de ocho divisiones no habló como quien busca una última gloria, sino como quien cuenta una historia que aún no cierra. “Hay cosas en movimiento, muchas. Pero no es cuestión de decir cuándo, sino si realmente vale la pena subir al cuadrilátero otra vez”, respondió, con la mirada fija en el horizonte más que en las cámaras. Y aunque no lo nombró directamente, el nombre que flotó en el aire, como el humo de un cigarro en un bar de Mexicali, fue el mismo que una vez dividió al mundo: Floyd Mayweather Jr.

Pacquiao abre la puerta a una revancha con Mayweather mientras su hijo debutará en el boxeo

La pelea del siglo, en 2015, terminó con tres tarjetas idénticas... pero también con un secreto que Pacquiao guardó como un viejo moretón bajo la camisa: una lesión en el hombro que le dolía más de lo que mostró. Nunca lo gritó en el ring, pero lo susurró entre trago y trago en los vestidores, entre respiraciones que nadie escuchó. Ahora, con 46 años cumplidos y tras el intento por recuperar un título que se le escapó contra Mario Barrios, ya no mira atrás con tristeza. Lo hace con la serenidad de quien sabe que el boxeo no se acaba —se transmite.

Detrás de él, ya caminan nuevas huellas. Su hijo, Jimuel Pacquiao, se prepara para su debut profesional el 29 de noviembre en California, frente al estadounidense Brendan Lally. No es un espectáculo, dice el padre. Es un camino. “Empezó con los guantes pequeños, no con los reflectores. Pero cuando ves en sus ojos lo que yo vi en los míos hace treinta años… no puedes decir que no”, confesó, con la voz más suave que la de un padre que reza por la vida de su hijo antes que por la victoria.

Mientras tanto, Mayweather, de 48, se alistará para otra exhibición —esta vez contra Mike Tyson— bajo el sello de CSI Sports. Sin fecha, sin ciudad, pero con el peso de un nombre que aún vende entradas antes de que se anuncie el cartel. El boxeo, en su versión más grande, más ruidosa, más americana, parece estar volviendo a sus raíces: espectáculo, leyenda, memoria. Y Pacquiao, con su estilo de pelea que nunca fue pulido, pero siempre fue sincero, sigue siendo parte de ese ciclo.

El anillo ya no es su único hogar. Pero cuando habla de una revancha, no lo hace como un hombre que quiere vengarse. Lo hace como quien recuerda un duelo que nunca se resolvió del todo —y que, tal vez, solo necesita un último round para que la historia se entienda bien.