El Jeque y la Champions: Poder, fútbol y escándalo

La final de la Champions League en Múnich, independientemente del resultado del PSG, proyecta una sombra alargada sobre la figura de Nasser Al-Khelaïfi. A sus 51 años, este hombre es mucho más que el presidente del Paris Saint-Germain; su influencia se extiende a través de un complejo entramado de poder en el mundo del deporte y los medios de comunicación.

PSG vs Inter: Final Champions League - Duelo de Gigantes
Se han gastado miles de millones de dólares. Algunos de los mejores jugadores del mundo han ido y venido. Pero el título de la Liga de Campeones ha permanecido dolorosamente fuera del alcance del Paris Saint-Germain.

Su pasado como tenista profesional, aunque discreto, le sirvió como trampolín. Su estrecha relación con el emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani, ha sido fundamental en su ascenso vertiginoso. Su trayectoria profesional, incluyendo su papel en Al Jazeera Sport, refleja el crecimiento exponencial de Qatar en el ámbito deportivo internacional, un crecimiento que se aceleró con la compra del PSG en 2011 y la posterior obtención de los derechos de la Copa Mundial 2022. Un ascenso meteórico, sin duda.

Pero la influencia de Al-Khelaïfi va más allá del fútbol. Como ministro del gobierno de Qatar, director del fondo soberano Qatar Investment Authority (QIA) y presidente de Qatar Sports Investments (QSI), su poder es innegable. Incluso extiende su influencia al mundo del pádel, impulsando su candidatura a los Juegos Olímpicos de 2036, que Qatar aspira a organizar. La presencia de Thomas Bach, presidente saliente del COI, en Múnich como invitado especial, es un testimonio elocuente de su alcance.

Sin embargo, su trayectoria no está exenta de controversias. Las investigaciones en Francia, las acusaciones de conflicto de interés en la UEFA y la ECA, y las disputas con figuras como John Textor, propietario del Olympique Lyonnais, pintan un retrato complejo y, a veces, turbio. A pesar de las absoluciones en Suiza por cargos de corrupción, su figura sigue generando debate y alimentando la especulación. El partido del sábado en Múnich, por lo tanto, es solo un capítulo más en una historia que está lejos de terminar.